¿Puede Dios perdonarme?

¿Te sientes culpable y desesperado? ¿Humillado por algunas de las cosas que has hecho? ¿Te has preguntado si es posible el perdón? La convicción del pecado puede llevarnos al punto de sentirnos indefensos y desesperados. Nuestra vergüenza nos tienta a pensar que nadie, mucho menos Dios, podría perdonarnos. Podemos preguntarnos cómo podemos seguir adelante. ¿Cuál podría ser la posible esperanza?

¿Has oído que Dios es un Dios que perdona? ¿Has oído hablar de Su gran amor? Empecemos primero con las buenas nuevas: nadie se escapa del perdón de Dios. No importa lo que hayas hecho, no has sobrepasado la capacidad que tiene Dios para perdonarte.

La Biblia nos dice que todos los seres humanos han pecado (Romanos 3:23). Cada uno de nosotros merece una separación eterna de Dios (Romanos 6:23). No importa el pecado — violación, asesinato, terrorismo, adulterio, robo, orgullo, chismes, celos, mentiras, el no amar plenamente a los demás, etc. — merecemos ser castigados. Es un panorama de todo o nada. Dios no nos juzga dependiendo de si nuestras «buenas» acciones superan a las «malas», sino por el hecho de que aceptemos Su camino de salvación.

«Dios, sé que he pecado contra ti. Sé que merezco estar separado de ti para siempre. Sé que no puedo hacer nada para remediarlo o para justificarme a mí mismo. Necesito tu perdón. Tú has provisto un camino. Enviaste a tu Hijo Jesús para vivir una vida perfecta, morir y resucitar por mí. Has pagado el precio que yo debía por el pecado para que pudiera ser perdonado y disfrutar de la comunión contigo. Por favor, perdóname, Dios. Creo en ti. Quita mi culpa y tráeme a una nueva vida en tu Hijo. Gracias porque puedo confiar en que lo harás. Gracias por ofrecerme una manera para perdonarme y por aceptarme en tu familia. Amén».

Si has hecho esta oración y verdaderamente creído en tu corazón, estás perdonado. Has sido hecho nuevo en Jesús (2 Corintios 5:17) y te has convertido en un hijo de Dios (Juan 1:12-13). Da gracias a Dios por liberarte de la carga de la culpa y la desesperación.